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Cursé 1º de Biología en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y, actualmente, soy estudiante de Física en esa misma universidad. Friki hasta que la entropía en el universo sea máxima y llegue la muerte térmica.

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miércoles, 8 de julio de 2015

Carl Sagan

Carl Sagan es uno de los divulgadores de Ciencia más famosos de la historia. 


Nació en Brooklyn (Nueva York) el 9 de noviembre de 1934 y falleció tan sólo 62 años después, el 20 de diciembre de 1996. Su padre, Sam Sagan, era un obrero de la industria textil procedente de Ucrania, y su madre, Rachel Molly Gruber, era ama de casa. Carl recibió su nombre en honor de la madre biológica de Rachel, Chaiya Clara. 

Carl Sagan y su padre en la playa durante la década de los 50
Aquí puedes ver un vídeo (sin sonido) de la infancia y adolescencia de Carl Sagan y su familia (1940s y 1950s). Posteriormente escribiría esto sobre sus padres:
"Mis padres no eran científicos. No sabían casi nada de ciencia. Pero al iniciarme simultáneamente al escepticismo y a hacerme preguntas, me enseñaron los dos modos de pensamiento que conviven precariamente y que son fundamentales para el método científico"

Carl recordaba que vivió una de sus mejores experiencias cuando, con cuatro o cinco años de edad, sus padres lo llevaron a la Exposición Universal de Nueva York de 1939. La muestra se convirtió en un punto de inflexión en su vida.
"Se veían hermosas autopistas y cruces a nivel y pequeños coches General Motors que llevaban gente a los rascacielos, edificios con bonitos pináculos, arbotantes... ¡y todo tenía una pinta genial! Sencillamente, el mundo contenía maravillas que yo nunca había imaginado. ¿Cómo podía convertirse un tono en una imagen, y una luz convertirse en ruido?"
Pabellón de la exposición, 1940
Enseguida mostró una gran curiosidad por el mundo que lo rodeaba. Pero había una pregunta que lo atormentaba... "¿Qué son las estrellas?". El joven Carl preguntaba a sus amigos, preguntaba a los adultos a su alrededor, pero no obtenía sino respuestas que lo frustraban: "Son luces en el cielo". Carl ya sabía que eran luces en el cielo, ¿pero qué eran? Cuando tuvo la edad indicada, a los cinco años, Carl consiguió un carné para la biblioteca de la zona. 

"Cuando tuve la edad correspondiente mis padres me dieron mi primera tarjeta de lector. Creo que la biblioteca estaba en la calle 85, un territorio extraño. Pedí inmediatamente a la bibliotecaria algo sobre las estrellas. Ella volvió con un libro de fotografías con los retratos de hombres y mujeres cuyos nombres eran Clark Gable y Jean Harlow. Yo me quejé, y por algún motivo que entonces no entendí ella sonrió y me busco otro libro: el libro que yo quería. Lo abrí ansiosamente y lo leí hasta encontrar la respuesta: el libro decía algo asombroso, una idea enorme. Decía que las estrellas eran soles, pero soles que estaban muy lejos. El Sol era una estrella, pero próxima a nosotros."
Carl tocando el piano
Durante la II Guerra Mundial, la familia de Sagan estuvo preocupada por el destino de sus parientes europeos. Sagan, sin embargo y por lo general, no fue consciente de los detalles sobre el curso de la guerra. Escribió: "Cierto es que tuvimos parientes que quedaron atrapados en el Holocausto. Hitler no era un sujeto popular en nuestra casa... Pero, por otro lado, yo estuve bastante aislado de los horrores de la guerra". Su hermana, Carol, dijo que su madre por encima de todo quería proteger a Carl... Ella lo estaba pasando realmente mal con la II Guerra Mundial y el Holocausto.  
Unos años después, en 1951, Carl se graduó en la Rahway High School de Rahway, Nueva Jersey. 


Por fin iría a la Universidad. Por fin podía saciar su curiosidad. Él mismo nos cuenta su experiencia:
"Me encantaría poder decir que en la escuela elemental, superior o universitaria tuve profesores de ciencias que me inspiraron. Pero, por mucho que buceo en mi memoria, no encuentro ninguno. Se trataba de una pura memorización de la tabla periódica de los elementos, palancas y planos inclinados, la fotosíntesis de las plantas verdes y la diferencia entre la antracita y el carbón bituminoso, Pero no había ninguna elevada sensación de maravilla, ninguna indicación de una perspectiva evolutiva, nada sobre ideas erróneas que todo el mundo había creído ciertas en otra época. Se suponía que en los cursos de laboratorio del instituto debíamos encontrar una respuesta. Si no era así, nos suspendían. No se nos animaba a profundizar en nuestros propios intereses, ideas o errores conceptuales. 

Al final del libro de texto había material que parecía interesante, pero el año escolar siempre terminaba antes de llegar a dicho final. Era posible ver maravillosos libros de astronomía, por ejemplo, en las bibliotecas, pero no en la clase. Se nos enseñaba la división larga como si se tratara de una serie de recetas de un libro de cocina, sin ninguna explicación de cómo esta secuencia particular de divisiones cortas, multiplicaciones y restas daba la respuesta correcta. En el instituto se nos enseñaba con reverencia la extracción de raíces cuadradas, como si se tratara de un método entregado tiempo atrás en el monte Sinaí. Nuestro trabajo consistía meramente en recordar lo que se nos había ordenado: consigue la respuesta correcta, no importa que entiendas lo que haces. En segundo curso tuve un profesor de álgebra muy capacitado que me permitió aprender muchas matemáticas, pero era un matón que disfrutaba haciendo llorar a las chicas. En todos aquellos años de escuela mantuve mi interés por la ciencia leyendo libros y revistas sobre realidad y ficción científica".
Extracto del anuario de Carl Sagan. Pueden leerse los comentarios de dos profesores:
- "La investigación astronómica es su principal meta"
- "Un estudiante excelente, debería alcanzar la fama"
En este enlace puedes consultar Online el anuario de Carl Sagan.

Carl Sagan se matriculó en la Universidad de Chicago, donde participó en la Ryerson Astronomical Society, graduándose en artes, en 1954, con honores especiales y generales; en ciencias, en 1955, y obteniendo un máster en Física, en 1956, para luego doctorarse en Astronomía y Astrofísica, en 1960.
Trayectoria profesional del CV de Carl en 1961
Durante su etapa de pregrado, Sagan trabajó en el laboratorio del genetista Hermann Joseph Muller. De 1960 a 1962, Sagan disfrutó de una Beca Miller para la Universidad de California, Berkeley. De 1962 a 1968, trabajó en el Smithsonian Astrophysical Observatory en Cambridge, Massachusetts.

En cualquier caso, sus compañeros decían de él que era una "enciclopedia" y creían que le esperaba un gran futuro. En documentos de Carl de la década de los 50, cuando todavía no se había graduado en la Universidad de Chicago, podemos encontrar un texto (¿Una historia? ¿Una redacción?) donde vemos ya los inicios de ese estilo lírico que posteriormente lo caracterizaría:
Hay una abrumadora, abierta y negra infinitud. En cada dirección la extensión carece de fin, la sensación de profundidad es sobrecogedora. Y la obscuridad es inmortal. Allá donde existe la luz, es pura, flameante, fiera; pero la luz no existe casi en ningún lado, y la negrura en sí misma es también pura, flameante y fiera. Pero, sobre todo, no hay prácticamente nada en la obscuridad; excepto por pequeños retazos, aquí y allí, a veces asociada con la luz, este receptáculo infinito está vacío. La imagen es extrañamente aterrorizadora. Debería sernos familiar. Es nuestro universo. Incluso estas estrellas, que parecen ser tan numerosas, son como la arena, como el polvo, o incluso menos que el polvo, en la vastedad del espacio en el cual no hay nada. ¡Nada! No sentimos sino empático terror cuando abrimos Pascal’s Pensées y leemos << Soy los abismales espacios silenciosos entre los mundos>>”. 

Él mismo escribió sobre su período en a universidad:
"La universidad fue la realización de mis sueños: encontré profesores que no sólo entendían la ciencia sino que realmente eran capaces de explicarla. Tuve la suerte de estudiar en una de las grandes instituciones del saber de la época: la Universidad de Chicago. Estudiaba física en un departamento que giraba alrededor de Enrico Fermi; descubrí la verdadera elegancia matemática con Subrahmanyan Chandrasekhar; tuve la oportunidad de hablar de química con Harold Urey; durante los veranos fui aprendiz de biología con H. J. Muller en la Universidad de Indiana; y aprendí astronomía planetaria con el único practicante con plena dedicación de la época, G. P. Kuiper.
Lista de Carl sobre los científicos que él consideraba más valientes de la historia.
En la lista, su profesor Muller
En Kuiper vi por primera vez el llamado cálculo sobre servilleta de papel: se te ocurre una posible solución a un problema, coges una servilleta de papel, apelas a tu conocimiento de física fundamental, garabateas unas cuantas ecuaciones aproximadas, las sustituyes por valores numéricos probables y compruebas si la respuesta puede resolver de algún modo tu problema. Si no es así, debes buscar una solución diferente. Es una manera de ir eliminando disparates como si fueran capas de una cebolla.
En la Universidad de Chicago también tuve la suerte de encontrarme con un programa de educación general diseñado por Robert M. Hutchins en el que la ciencia se presentaba como parte integral del maravilloso tapiz del conocimiento humano. Se consideraba impensable que un aspirante a físico no conociera a Platón, Aristóteles, Bach, Shakespeare, Gibbon, Malinowski y Freud... entre otros. 

Cuaderno de Carl donde compara las perspectivas de J. S. Mill, Aristóteles y Platón en cuanto a la felicidad, la naturaleza humana y la sociedad
En una clase de introducción a la ciencia se nos presentó de modo tan irresistible el punto de vista de Tolomeo de que el Sol giraba alrededor de la Tierra que muchos estudiantes tuvieron que replantearse su confianza en Copérnico. La categoría de los profesores en el programa de Hutchins no tenía casi nada que ver con la investigación; al contrario —a diferencia de lo que es habitual en las universidades norteamericanas de hoy—, se valoraba a los profesores por su manera de enseñar, por su capacidad de transmitir información e inspirar a la futura generación.


En este ambiente embriagador pude rellenar algunas lagunas de mi educación. Se me aclararon muchos aspectos que me habían parecido profundamente misteriosos, y no sólo en la ciencia. También fui testigo de primera mano de la alegría que sentían los que tenían el privilegio de descubrir algo sobre el funcionamiento del universo".

En este otro enlace puedes ver el cuaderno de Carl Sagan.

Sagan estuvo vinculado al programa espacial estadounidense desde los inicios de éste. Desde la década de 1950, trabajó como asesor de la NASA, donde uno de sus cometidos fue dar las instrucciones del Programa Apolo a los astronautas participantes antes de partir hacia la Luna. Carl participó en muchas de las misiones que enviaron naves espaciales robóticas a explorar el Sistema Solar, preparando experimentos para varias expediciones. Concibió la idea de añadir un mensaje universal y perdurable a las naves destinadas a abandonar el sistema solar que pudiese ser potencialmente comprensible por cualquier inteligencia extraterrestre que lo encontrase.
Sus estudios fueron vitales para el descubrimiento de las altas temperaturas superficiales del planeta Venus. 
Boda de Carl y Lynn
Además, en 1957 contrajo matrimonio con la bióloga Lynn Margulis, madre de la teoría de la endosimbiosis, con quien tuvo dos hijos.

A comienzos de la década de 1960 nadie sabía a ciencia cierta cuáles eran las condiciones básicas de la superficie de dicho planeta, y Sagan enumeró las posibilidades. En su opinión, Venus era un planeta seco y muy caliente en oposición al paraíso templado que otros imaginaban. Había investigado las emisiones de radio procedentes de Venus y llegado a la conclusión de que la temperatura superficial de éste debía de ser de unos 380°C. Como científico visitante del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, participó en las primeras misiones del Programa Mariner a Venus, trabajando en el diseño y gestión del proyecto. En 1962, la sonda Mariner 2 confirmó sus conclusiones sobre las condiciones superficiales del planeta. 

En esta misma década, en los sesenta, Carl y el famoso divulgador de ciencia y escritor de Ciencia ficción Isaac Asimov (padre de El hombre bicentenario  y Yo robot, entre otras muchas obras) se conocieron y comenzaron lo que sería una amistad de más de 25 años. Esto fue lo que escribió en su autobiografía Asimov sobre su descubrimiento de Carl:
“Lo visualicé como una persona anciana (el prototipo de astrónomo en su telescopio), pero lo que descubrí  fue que resultó ser una persona de 27 años, un increíble joven; alto, moreno, elocuente y absoluta e increíblemente inteligente”
Carl e Isaac en un banquete celebrando el vigésimo aniversario de la Mariner 2
14 de diciembre de 1982
Además, a lo largo de los años mantuvieron una correspondencia por cartas. Podemos destacar este fragmento escrito hacia Carl por Isaac:
“Acabo de terminar “La Conexión Cósmica” y me ha encantado cada una de sus palabras. Tú eres la encarnación de mi idea de escritor perfecto porque tienes un informal estilo y cuando leo lo que escribiste, es como si te estuviera escuchando hablar.

Una cosa acerca del libro me hizo ponerme nervioso.  Era sumamente obvio que eres más inteligente que yo. Odio eso.” 


Carl impartió clases e investigó en la Universidad de Harvard hasta 1968, año en el que se incorporó a la Universidad Cornell, en Ithaca, Nueva York y en el que, además, contrajo matrimonio con la artista Linda Salzman. En 1971, fue nombrado profesor titular y director del Laboratorio de Estudios Planetarios. De 1972 a 1981, fue Director Asociado del Centro de Radiofísica e Investigación Espacial de Cornell. 


Además, preparó el primer mensaje físico enviado al espacio exterior: una placa unida a la sonda espacial Pioneer 10, lanzada en 1972. La Pioneer 11, que llevaba otra copia de la placa, fue lanzada al año siguiente. Sagan ayudó al Dr. Frank Drake a preparar el mensaje de Arecibo, una emisión de radio dirigida al espacio desde el radiotelescopio de Arecibo el 16 de noviembre de 1974, destinada a informar sobre la existencia de la Tierra a posibles seres extraterrestres.

El científico continuó refinando sus diseños; el mensaje más elaborado que ayudó a desarrollar y preparar fue el Disco de Oro de las Voyager, que fue enviado con las sondas espaciales Voyager en 1977. 
Carl mostrando los diseños de las placas de las Voyager
Carl fue de los primeros en plantear la hipótesis de que una de las lunas de Saturno, Titán, podría albergar océanos de compuestos líquidos en su superficie, y que una de las lunas de Júpiter, Europa, podría tener océanos de agua subterráneos. Esto haría que Europa fuese potencialmente habitable por formas de vida. El océano subterráneo de agua de Europa fue posteriormente confirmado de forma indirecta por la sonda espacial Galileo.


El misterio de la bruma rojiza de Titán también fue resuelto con la ayuda de Sagan, debiéndose a moléculas orgánicas complejas en constante lluvia sobre la superficie de la luna saturniana.
También contribuyó a la mejor comprensión de las atmósferas de Venus y Júpiter y de los cambios estacionales de Marte.

Sin embargo, Sagan es más conocido por sus investigaciones sobre la posibilidad de la vida extraterrestre, incluyendo la demostración experimental de la producción de aminoácidos mediante radiación y a partir de reacciones químicas básicas.

Desde 1976 hasta su muerte, fue el primer titular de la Cátedra David Duncan de Astronomía y Ciencias del Espacio. En 1981 contrajo matrimonio con su tercera mujer, Ann Druyan, con quien permanecería casado hasta el día de su muerte. 
Carl y Ann
Él defendió la búsqueda de vida extraterrestre, y en 1982, logró publicar en la revista Science una petición de defensa del Proyecto SETI. En 1994, recibió la Medalla de Bienestar Público, la mayor condecoración de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos por sus destacadas contribuciones a la aplicación de la ciencia al bienestar público. Se le fue denegado el ingreso en dicha Academia.


Sin embargo, Carl Sagan es conocido especialmente por su labor divulgativa. Cuando estaba trabajando en el equipo de las Vinkings, se sintió frustrado por el poco interés que mostraba el público hacia la Ciencia y decidió hacer algo al respecto; decidió publicar "Cosmos - Un viaje personal".

"Cosmos" una serie televisiva de trece capítulos que triunfó en EEUU y fue traducido a otros idiomas, encontrando igualmente una increíble aceptación en el público. Esto fue el trampolín de Carl hacia la fama.


Ni siquiera la elección del título de la serie había sido fácil, puesto que había habido varias opciones:

DOS TÍTULOS DE REEMPLAZO POR “EL HOMBRE Y EL COSMOS”
1. Allí. [con algún subtítulo]
2. Cosmos. [también con algún subtítulo]
[Ambos tienen la ventaja de la simplicidad]



De hecho, el botones de un hotel se negó a coger su dinero tras subirle la maleta diciendo "Usted me ha enseñado el universo". Su oficina se llenó de cientos y cientos de cartas de agradecimiento, gente pidiendo consejo o exponiendo sus teorías e ideas...



Además, posteriormte publicó una obra, Cosmos, basada en la serie de televisión. A este libro lo acompañaron muchos otros: El mundo y sus demonios, Los dragones del Edén (galardonado con el Premio Pulitzer), Un Punto Azul Pálido, Contacto (del que luego se haría una película), Miles de millones...

Carl destacaba por sus amplios conocimientos; su facilidad de palabra y para explicar complejas ideas científicas; la forma de transmitirlos, sin que el oyente se sintiera humillado, sino incluido; su pasión por el Universo y sus visiones éticas, que abogaban por la unidad entre las naciones y el pacifismo. Igualmente, Carl se declaraba a sí mismo feminista. Además, defendía el escepticismo y el método científico; se consideraba agnóstico. 

"Alguna gente piensa en Dios imaginándose un hombre anciano, de grandes dimensiones, con una larga barba blanca, sentado en un trono en algún lugar ahí arriba en el cielo, llevando afanosamente la cuenta de la muerte de cada gorrión. Otros —por ejemplo, Baruch Spinoza y Albert Einstein— consideraban que Dios es básicamente la suma total de las leyes físicas que describen al universo. No sé de ningún indicio de peso en favor de algún patriarca capaz de controlar el destino humano desde algún lugar privilegiado oculto en el cielo, pero sería estúpido negar la existencia de las leyes físicas".

"La idea de que Dios es un hombre blanco de grandes dimensiones y de larga barba blanca, sentado en el cielo y que lleva la cuenta de la muerte de cada gorrión es ridícula. Pero si por Dios uno entiende el conjunto de leyes físicas que gobiernan el universo, entonces está claro que dicho Dios existe. Este Dios es emocionalmente insatisfactorio... no tiene mucho sentido rezarle a la ley de la gravedad"



Finalmente, tras luchar durante dos años contra la mielodisplasi y someterse a un trasplante de médula ósea de su hermana, Carl Sagan falleció de neumonía. 


Por otra parte, tras su muerte, su mujer Ann escribió:
"Cuando mi esposo murió, debido a que era tan famoso y conocido por ser un no creyente, muchas personas se me acercaban —aún sucede a veces— a preguntarme si Carl cambió al final y se convirtió en un creyente en la otra vida". 

"También me preguntan con frecuencia si creo que le volveré a ver. Carl se enfrentó a su muerte con infatigable valor y jamás buscó refugio en ilusiones. Lo trágico fue saber que jamás nos volveríamos a ver. No espero volver a reunirme con Carl"


Carl Sagan fue un pacifista que se oponía rotundamente a las armas nucleares. Ironizaba sobre la negación a utilizar naves con energía nuclear diciendo que era ése el mejor uso que se le ocurría para esa tecnología. "" Igualmente dijo "Toda persona pensante teme la guerra nuclear y toda nación tecnológica la planea. Todos saben que es una locura, pero todo país tiene une excusa ".
Carl en una manifestación en defensa del pacifismo
Sobre la facilidad que tenía para exponer conceptos complicados escribió: “Creo que soy capaz de explicar las cosas porque entenderlas no fue muy fácil para mí. Algunas cosas que los alumnos más brillantes eran capaces de ver instantáneamente tuve que darles vueltas para entender. Puedo recordar lo que tuve que hacer para comprender. Los más brillantes lo comprenden tan rápido que nunca ven el mecanismo de comprensión”.


Como ya se ha dicho previamente, deseaba encontrar vida extraterrestre, idea que lo obsesionaba. Una vez llegó a tener una pesadilla en la que él aparecía con una nave buscando vida en planetas extraterrestre y, cuando volvía a la Tierra, se encontraba con que la humanidad había sido destruida, debido seguramente a una guerra nuclear. 
Carl contemplaba cómo la luz de sus seres queridos, de sus antepasados, de su sangre se apagaba lentamente. 

"A veces creo que hay vida en otros planetas, y a veces creo que no. En cualquiera de los dos casos la conclusión es excitante".

[Si quieres saber más sobre Carl, puedes leer este artículo (en inglés)].


“Preferiría que hubiera un descubrimiento de vida extraterrestre mientras esté vivo a que no lo haya. Odiaría morir y nunca llegar a saberlo…”

Su ideología y sus esperanzas por un mundo mejor quedan plasmadas en este vídeo:




Su hijo Nick Sagan escribió en su blog acerca de su padre Carl:
"Cuando curioseo por la blogosfera, encuentro muchos recuerdos maravillosos sobre mi padre. He pasado todo el día leyendo lo que él significaba para la gente, la manera en que les inspiró para aprender sobre ciencia y sobre el pensamiento crítico o cómo les indujo a un viaje de descubrimiento del Universo. Es enormemente emotivo, y siempre estaré agradecido por ello. Para esta entrada de mi blog no hablaré sobre sus muchos éxitos científicos o sobre todo lo bueno que hizo por este mundo –hay otras personas que hablan de ello más elocuentemente de lo que yo jamás podría hacer-. En vez de eso, voy a compartir recuerdos de mi padre con vosotros. Él significó muchas cosas para mucha gente, pero también fue mi padre y quiero que conozcáis al hombre que yo conocí.
Tenía gran destreza con el pinball, teniendo en cuenta lo difícil que es golpear la máquina sin hacer falta. Íbamos a las máquinas recreativas juntos y ganaba partidas extra como un loco. Los videojuegos nunca fueron su pasión, aunque era capaz de apreciar los realmente buenos. Recuerdo el día en el que le enseñé el “Computer Baseball”, un juego de estrategia para el Apple IIe. Podías enfrentar a algunos de los mejores equipos de la historia de la liga de Baseball contra otros. Jugamos con los Yankees de Babe Ruth de 1927 contra los Dodgers de Jackie Robinson de 1955 durante aproximadamente una hora cuando se giró hacia mí y dijo: “No vuelvas a enseñarme este juego otra vez. Me gusta demasiado y no quisiera perder el tiempo”.

A menudo era invitado a hablar en algún evento, y recuerdo sentarme junto a él y verle ordenar sus pensamientos en momentos de tranquilidad antes de salir a escena. Tomaba pequeñas notas en una tarjeta. Solo una o dos palabras sobre cada tema que quería tratar. Armado con esas notas, salía a escena y cautivaba a la audiencia. Nunca un momento aburrido, nunca un momento en el que estuviese fuera de lugar o perdiese el hilo de lo que decía. Como niño, a veces pensaba en él como un traductor o un descifrador de códigos. ¿Cómo podía transformar meros fragmentos en esas impresionantes e inspiradoras ideas?

Nunca iba sin un dictáfono. Tengo claros recuerdos de esas pequeñas grabadoras de cassete negras con su botones de grabación rojo brillante. Podíamos estar caminando, o charlando y tenía una idea. Se disculpaba levantando su dedo índice y pedía un minuto, cogía el dictáfono y explicaba su idea. Hoy día, yo soy un escritor y también uso dictáfono. Cuando lo hago, las palabras me aparecen tal como: “OK, para el libro, pienso que realmente seria bueno si esto y esto hacen esto en lugar de lo otro…” y más tarde aplico esa idea en lo que estoy escribiendo. Por el contrario, recuerdo a mi padre hablando en largos, fluidos y perfectos párrafos. Tal como lo decía es como aparecería en el libro. A veces tenía una idea, grababa un párrafo o dos para un libro y  al final terminaba con una idea para otro proyecto aparte, por lo cual tenía que hacerse con otro dictáfono, y así sucesivamente.

Seguramente sepas que era genial debatiendo. Podía rebatir los argumentos de William F. Buckley [*], y desde niño me había dado cuenta de que mis argumentos sobre “por qué deberías comprarme una bici de cross bien chula” no eran ni remotamente parecidos a los de Buckley. Pero siempre me escuchaba. Siempre me dio la oportunidad de crear puntos de vista válidos. Y al final me encontré dando pedaladas alrededor de Ithaca.

[*] Carl Sagan tuvo un acalorado debate con Buckley en TV después de que se emitiera la película “El día después“. Sagan razonaba en contra de la carrera armamentística y Buckley defendía la disuasión nuclear. Durante ese debate, Sagan habló del concepto de invierno nuclear e hizo su famosa analogía equiparando la carrera armamentística a “dos declarados enemigos hundidos hasta la cintura en un barril de gasolina, uno con tres cerillas y el otro con cinco”.

Me ayudaba intensamente. Incluso en momentos en los que le preocupé –dejando la universidad, por ejemplo– su confianza en mi nunca disminuyó. Le recuerdo siempre cuidando de mí. Al mismo tiempo, era cuidadoso en no ayudarme demasiado. No quería que me echase a perder, y quería asegurarse de que yo fuese capaz de conseguir mis metas por mí mismo sin el mas mínimo ápice de nepotismo. Cuando miro hacia atrás, siento una gran admiración por cómo lo hizo.

Tenía auténtico interés en las personas. Oigo muchas conversaciones en las que alguien pregunta sobre otra persona, pero lo hace por pura cortesía: no le interesa realmente la respuesta. Mi padre nunca fue así. Siempre quería saber cómo eran las cosas para su interlocutor. En Manhattan, cogíamos un taxi, y el conductor podía reconocerle, o quizás no, pero mi padre empezaba una conversación y terminaban en interesantes discusiones sobre el curso de las vidas humanas. El conductor podía hablar explayadamente sobre cualquier lugar del mundo, y Papá sabía un montón de cosas sobre lo que ocurría allá. Recuerdo el pensar que sabía más sobre Ghana que cualquier americano sobre América. Y lo que no sabía, quería averiguarlo.

Recuerdo discutir con él sobre Los Simpson y Beavis and Butthead.  Ambas series le causaron una primera mala impresión. Le convencí de que diese otra oportunidad a Los Simpson, y acabó viendo de qué trataba todo ese alboroto. Acabó por disfrutar verdaderamente de la serie. No creo que lo hubiese logrado nunca con Beavis and Butthead. “No están hechos para ser modelos de comportamiento” protestaba yo. “Es una critica subversiva”. No, eso no colaba. Solo puedo imaginar lo que habría hecho al ver Family Guy o South Park. Volvimos al tema de la violencia en los medios. Yo argumentaba que las películas duras y algunas series de TV sólo eran un reflejo de nuestra sociedad, y que no contribuían a la violencia en la vida real. Él no estaba tan seguro de ello. Hablamos de este tema muchas veces. Una discrepancia espiritualmente buena, donde cada una de nuestras opiniones podía desarrollarse de acuerdo con lo que decía el otro. Añoro esos tiempos. Ahora que pienso en ello, es parte del motivo por el que disfruté tanto del cartel “¿Es el arte la inspiración para la locura?” de Worldcon. Tratando estos temas con Joe Haldeman o Tim Powers salen a relucir grandes recuerdos sobre mi padre.

Tenía una paciencia increíble. Sus fans podían aparecer constantemente para hacerle preguntas, pedirle autógrafos o una foto con él. A veces podía ocurrir en un mal momento –si habíamos salido a cenar, disfrutando de una conversación– pero no recuerdo una sola vez tratando a alguien sin muestras de respeto. De niño, él tenía una gran pasión por la ciencia –quería saber por qué las cosas eran como eran– y mantuvo esa pasión durante el resto de su vida. Esto le hizo plenamente comprensivo con cualquiera interesado en aprender. Les hacía espíritus hermanados, y quería compartir todas las maravillas y alegrías que del Cosmos pudo entender.

Nos encantaba el baloncesto. Veíamos partidos de la NBA siempre que podíamos, preguntándonos  si ese sería el año en el que Patrick Ewing llevaría a los Knicks a ganar el campeonato. Y la respuesta siempre fue No. Me hablaba de los entrenadores y de cómo eran de jugadores en los años en los que yo ni siquiera había nacido. Cuando el equipo visitante tenía que tirar un tiro libre, los fans del equipo local hacían ruidos y ondeaban las toallas intentando distraerle, y eso nunca gustó a mi padre. Recuerdo decirle que eso animaba al equipo a sacar ventaja en el campo, pero él objetaba de base –no creía que eso fuese deportivo–. Es una postura muy decente. Y también recuerdo a mi madre enfadándose gradualmente, pues quería que me fuese a la cama y mi padre y yo estábamos viendo un partido. Él tenía que prometer que me iría a la cama al terminar el partido. Prórroga. Luego doble prórroga. Y luego otra prórroga mas…..¡Qué partido! (Celtics – Suns, Finales de la NBA 1976).

No le gustaba la película Alien. Yo pensaba que era divertida, de miedo, catártica y él que era innecesariamente violenta y que, ¿por qué la mayoría de los extraterrestres tenían que ser retratados de esa manera negativa?. Tenía sentimientos enfrentados con “La Guerra de las Galaxias”. Recuerdo verla juntos, y cuando Han Solo se jactó de hacer el Kessel Run en menos de doce parsecs, hizo un sonido de exasperación. Le pregunté qué problema había, y explicó que el parsec es una unidad de distancia, no de tiempo. Le dije: “Papá, no es mas que una película” y contestó: “Sí, pero podían intentar aplicar la ciencia correctamente”. Creo que tenía toda la razón. (¿Qué películas le gustaban? Era una fan de las películas épicas de David Lean tales como “Dr. Zhivago” y, especialmente, “Lawrence de Arabia”. Recuerdo cuánto le gustaba el momento en que Peter O´Toole sopla la cerilla y aparecemos de repente en el desierto de Nafud. Es un momento realmente bueno).

Hacía ruidos realmente curiosos. Su risa era explosiva y desinhibida. Era el tipo de risa que te hacía sentir bien sólo por hacerle reír. Sus estornudos eran atronadores. Y de vez en cuando hablaba a los animales en su lengua nativa. Las veces que vimos delfines, les saludaba con una razonable aproximación del idioma del delfín. De vez en cuando le respondían. No tengo ni idea de qué se estaban diciendo. Pero mi sonido favorito de todos era el que hacía cuando se acercaba a algo nuevo e interesante, alguna idea o posibilidad que le impresionase o alguna manera nueva de ver las cosas. Era una especie de “aaaah”. Uno de mis mejores momentos: estábamos viendo mi primer episodio de Star Trek “Attached” y al cabo de unos minutos hizo ese sonido, girándose hacia mi con una sonrisa cegadora y diciéndome: “¡Está muy bien!” Y así continuó durante toda la serie. Amaba totalmente lo que yo hacía. Esa sensación de auténtico disfrute aún esta conmigo, un sentimiento de aprobación y respeto que atesoro como ninguna otra cosa.

Conducía un Porsche 914 naranja con la matrícula “PHOBOS”. Nombre tomado de una de las lunas de Marte. Nunca le pregunté: “¿Por qué Phobos? ¿Por qué no la otra luna, Deimos?” como me hubiese gustado que fuese. De niño me fascinaba la mitología griega y conocía a Phobos como el semidiós del miedo. Es irónico, pues mi padre era la persona menos miedosa que he conocido. Aunque se preocupaba por el estado del mundo de vez en cuando, nunca le detuvo. Cuando hablábamos sobre cómo sería el mundo dentro de 25, 50 o quizás 100 años, decía que era consciente de que habría graves dificultades y retos por delante, pero también creía que todos estaríamos dispuestos a afrontar la tarea. Creía en el ingenio humano y en la compasión, en pensamientos a largo plazo y no a corto plazo, en poner nuestras numerosas diferencias a un lado. Creía en un mañana mejor. Creía en nosotros."

Igualmente, todos sus sueños de contactar con civilizaciones extraterrestres, su ilusión desbordante por el mundo de la Ciencia, su defensa hacia la misma y su método científico aparecen representadas en la película "Contact", de 1997. Su última escena, al igual que esta entrada, es un canto a Carl, a su deseo de un mundo mejor:






2 comentarios:

  1. ¡Muchas gracias por este maravilloso artículo! Me ha interesado siempre Carl Sagan, pero hasta el momento no había leído un artículo tan completo como este. Además, está muy bien redactado. Ha sido todo un placer leerlo.

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    1. El interés por Carl lo compartimos entonces :)
      Muchas gracias y un saludo

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